Había tenido el tiempo justo para prepararse, había sido un desarrollo contrarreloj. Todo estaba a punto, alma, corazón y mente. Llevaba tiempo esperando este momento, concentrada, escuchando las voces en el exterior, sintiendo el cariño y el calor de aquellos que deseaban verla aparecer en el inmenso escenario de la vida. Comenzó a abrirse paso en aquel pasillo estrecho, al final una luz le indicaba la salida. Tenía tantas ganas de hacer su aparición que casi llega antes que el público. Al llegar quedó deslumbrada, sus ojos, que todavía no estaban acostumbrados a la nueva iluminación, investigaban el mundo que acababa de conocer. Unas manos, conocidas por las caricias recibidas a través del líquido que las separaba, la cogieron y la abrazaron. La voz que tantas veces había escuchado se alzaba más nítida, sin el eco característico. Sabía quien era, la conocía, en sus brazos se sentía protegida. Inmediatamente supo qué tenía que hacer, tenía que comer del pecho tierno y calentito que le ofrecía. Al momento obtuvo un alimento templado y dulce que la revitalizó después del esfuerzo realizado.
Él estaba allí atento a todos los movimientos, contemplando la preciosa imagen. Descubriendo como algo tan pequeñito, tan lleno de ternura, llegaba a este mundo con tanto brío, de forma tan perfecta. La tomó en sus brazos y una oleada de energía le recorrió todo su cuerpo. La acercó a su pecho, la acarició con mimo y sintió el poder de la vida, de una vida que acababa de comenzar.
Él estaba allí atento a todos los movimientos, contemplando la preciosa imagen. Descubriendo como algo tan pequeñito, tan lleno de ternura, llegaba a este mundo con tanto brío, de forma tan perfecta. La tomó en sus brazos y una oleada de energía le recorrió todo su cuerpo. La acercó a su pecho, la acarició con mimo y sintió el poder de la vida, de una vida que acababa de comenzar.