abril 29, 2007

JABONES EN EL CONVENTO

Dos curas estaban hospedados en un convento para participar en un gran evento religioso.
Para no incomodar a las hermanas que residían allí, los padres salían poco de su cuarto y tomaban el baño muy tarde, a fin de no encontrarse con ninguna de las monjas.
Una noche, salieron de su celda para tomar el baño. Estando allí, se dieron cuenta de que no había jabón.
Entonces, uno de ellos dijo:
“Yo tengo jabones en mi cuarto, voy a buscarlos”.
Pensando en ganar tiempo y sin imaginar que pudiera aparecerse alguien a esas horas, el padre fue a buscar el jabón completamente desnudo.
Ya en su cuarto, tomó dos jabones, uno en cada mano, y se dirigió al baño, donde lo esperaba el otro padre.
A mitad del corredor, se encontró con tres monjas, que se quedaron perplejas. Como no había donde esconderse, el padre se pegó a la pared y se quedó inmóvil, como una estatua.
Las tres hermanas se acercaron a la estatua, admirando la perfección de la obra, hasta que una de ellas llevó una mano a los genitales y tiró del miembro del padre, que, asustado, dejó escapar un jabón.
La segunda monja exclamó: “¡Madre mía! ¡Es una estatua distribuidora de jabones!”. Las hermanas se quedaron maravilladas y, para comprobarlo, otra hermana también tiró del miembro del padre, que inmediatamente soltó el otro jabón.
Entonces, la tercera monja repitió la operación, pero no cayó ningún jabón. Intentó tirar una vez más, y otra vez, y otra vez, para recibir un jabón. Y... nada.Pero, de repente, llena de entusiasmo, gritó:
«¡CHAMPÚ, CHAMPÚ, HERMANAS!»

abril 22, 2007

EL BEBÉ

Cuando Luís se despertó le dio un beso a Eva y le preguntó:

- ¿Qué tal has pasado la noche?

- Mal, se ha despertado mucho esta noche, no hacía nada más que llorar y no sabía lo que le pasaba.

- No te preocupes cariño, duérmete, yo estoy aquí.

Habían visitado muchas clínicas de fertilidad y en todas les habían dicho que eran incapaces de procrear. Sin embargo, Eva lo deseaba tanto que el día que ocurrió pensó que era un milagro. Estaba tan feliz que a partir de ese día su único pensamiento fue su bebé. Compró hasta el último detalle, no quería que le faltase nada. Luís, en cambio, no parecía tan feliz, se comportaba como si no le importase en absoluto.

Pasaron los nueve meses correspondientes con todos los síntomas que conlleva un embarazo. Una noche de luna llena, entre intensos dolores, en casa, como Luís había querido, nació la pequeña.

Eva le dijo a Luís que era la niña más preciosa que había visto nunca. Luís, en cambio, guardo silencio. No tenía palabras, no estaba seguro de lo que debía decir en aquel momento. Sólo se le ocurrió llorar.

Ya había pasado casi un mes desde aquel día. Luís al volver de trabajar la encontró en su butaca con un pecho descubierto. Se dirigió hacia Eva, la miró con ternura, le acarició el pelo y la besó en la frente.

- Eva, no puedes seguir así. No tienes ningún bebé en brazos. Debes entender que nunca lo tendrás. Todos los médicos que hemos visitado lo han dejado claro. No podemos tener hijos.
- Schhhh, no hables tan alto Luís. Vas a despertar al bebé y acabo de dormirlo.

abril 18, 2007

¿SIRENA O BALLENA?

Hace un tiempo, se vio por las calles de San Pablo publicidad de una de las cadenas de gimnasios más renombradas del Brasil - con la foto de una chica escultural y la siguiente frase:

"Este verano qué queréis ser: ¿sirena o ballena?"


Dicen que una mujer de San Pablo (cuyas características físicas nunca trascendieron) le envió este mail a la empresa Runner como respuesta:

Las ballenas están siempre rodeadas de amigos. Tienen una vida sexual activa, se embarazan y tienen ballenitas de lo más tiernas. Las ballenas amamantan. Son amigas de los delfines y se lo pasan comiendo camarones.También se lo pasan jugando en el agua y nadando por ahí, surcando los mares, conociendo lugares maravillosos, como los hielos de la Antártida y los arrecifes de coral de la Polinesia. Las ballenas cantan muy bien y hasta tienen CD grabados. Las ballenas son enormes y casi no tienen predadores naturales. Las ballenas tienen una vida bien resuelta, son lindas y amadas por todos.
Las sirenas no existen. Si existieran, vivirían en permanente
crisis existencial. "¿Soy un pez o soy un ser humano?". No tienen hijos pues matan a los hombres que se encantan con su belleza. (Y yo agregaría que no tienen por donde hacer el amor. ¡Por Dios!). Son bonitas sí, pero tristes y siempre solitarias. (¿Quién quiere acercarse a una mujer que huele a pescado y que no tiene hoyito como salvavidas?). Runner, querido, prefiero ser ballena. ¡Si me quedaba alguna duda, ya quedó desterrada!
P.D.: En estos tiempos de mujeres anoréxicas y bulímicas, en que la prensa, las revistas, el cine, las amigas, madres, suegras y la tele nos meten a la fuerza en la cabeza que sólo las flacas son bellas, este mensaje trae nuevas esperanzas a las ballenitas y, Por qué no? A las sirenitas que no descansan un segundo pensando en su apariencia exterior.Yo prefiero disfrutar un helado junto a la sonrisa cómplice de mi hijo, una copa de vino con un hombre que me haga vibrar y una pizza exquisita con amigos que me quieren por lo que soy, no por cómo luzco.

He publicado esto porque estoy cansada de ver como mucha gente pierde su vida siendo infeliz por su aspecto físico, porque estoy harta de ver anuncios en televisión de chicas súper-delgadas que te dicen que les sobran unos kilos y por eso utilizan este u otro producto, porque las tiendas de ropa de actualidad solo tienen tallas pequeñas. También porque yo no soy sirena y porque me gusta disfrutar de la vida aunque a veces me afectan mis kilitos de más (aunque intento tenerlos bajo control con ejercicio y dieta variada). Va dedicado a todas las ballenitas repartidas por el mundo para que sepan que no son las únicas.

Besos desde el sur.

abril 11, 2007

LOLA parte II

Detuvo su coche ante la puerta de un lujoso hotel, en una placa relucían 5 estrellas. Le dio la llave a un amable chico uniformado y le ofreció su brazo a Lola. Al entrar en el hall se sintió como la princesa que siempre había soñado. Inmediatamente, empezó a entrar en calor y una sonrisa iluminó su rostro. Mientras el caballero que la había traído hasta aquí hablaba con el recepcionista, ella se deleito observando cada detalle de aquel precioso paraíso, nunca había estado en ninguno y le pareció el edén. Cuando él retiró la tarjeta la cogió de la mano, tan pequeña y blanca al lado de la suya, y subieron al ascensor.

La habitación estaba en la vigésimo cuarta planta. En el trayecto examinó a su acompañante. Vestía un traje beige claro, que debía ser caro, y zapatos marrones. El color del traje hacía resaltar su tez morena. En la mano derecha lucía un anillo plateado. Él permanecía en silencio y ella, todavía no hablaba bien español para mantener una conversación, se quedó callada. Parecía que se había detenido el tiempo, que la tierra había parado de girar por un instante y sólo estaban ellos, metidos en aquella caja cerrada que la subía hacia el firmamento. Sonó una campanilla y las puertas se abrieron. Lola sentía como si su cuerpo fuera etéreo, ya no estaba cansada. Avanzaba por el pasillo como subida en una nube. Sus ojos volvieron a brillar con fuerza y el apagado azul se transformó en luminoso.

La habitación era más grande que el pisito que compartía con sus compañeras de calvario. Había unas enormes cristaleras desde las que se divisaba la ciudad, se veían todos los edificios iluminados -que preciosidad- pensó, se quedó embobada contemplando la imagen, como cuando era pequeña, ante la fuente del parque.
-¿Quieres comer algo?- Le preguntó sacándola de su abstracción.
-Vale.
-¿Algo en especial?
-No se. No entiendo.
-Pediré yo por los dos.
Pasado un rato llegó un empleado con un carrito repleto de comida: ostras, nécoras, pato al oporto con salsa de uvas y una fuente llena de fruta: fresas, uvas, cerezas, manzana, plátano, fondue de chocolate. Para acompañar cava, vino tinto y vino dulce. Durante la comida él le contó: que estaba en la ciudad por un viaje de negocios había llegado por la mañana en avión y partía al día siguiente; que se sentía sólo en esta ciudad y por eso fue a buscar compañía; que sus ojos tristes lo convencieron de que ella sería la elegida.

Después de la cena la invitó a darse un baño espumoso en la gigantesca bañera redonda, que estaba llena de agua tibia. La dejó sola en el baño. Estaba muy relajada y la inundaba una agradable sensación de bienestar. Este extraño, que la había recogido de una calle solitaria, le infundía confianza. Una vez que ella estaba dentro del agua apareció el totalmente desnudo, sin ningún pudor y se introdujo en el baño. Se acercó a ella y comenzó a acariciarla, le mojó el pelo con sus manos y ella se sintió como una niña pequeña. La atrajo hacia él y la rodeó con sus brazos por la espalda. Le susurró cosas preciosas al oído mientras deslizaba sus suaves manos por todo su cuerpo. Ella anhelo que ese momento no terminara nunca, que fuera eterno. Deseó quedarse toda la vida junto a ese hombre que acababa de conocer y la hacía pensar que era única. Sentía que era alguien, volvía a existir.

Salieron del baño y él le coloco el albornoz y la apretó con suavidad contra su cuerpo para secar el agua que se deslizaba por toda su piel. La besó y un calor inmenso recorrió todo su interior. Lo deseaba, por primera vez en muchos años, sentía deseo por un hombre. Quería que formara parte de ella, que se fundiera con ella en un solo ser. Con estos sentimientos llegaron a la cama, donde la penetró con dulzura, con cariño, como nadie lo había hecho nunca. Fue tan feliz esa noche que deseó morir en sus brazos, la hizo sentir mujer.

A la mañana siguiente él saboreaba un whisky con hielo, en el asiento de su avión. En los auriculares escuchaba las últimas noticias. “Encontrado en el parque, el cadáver de una chica rubia, de ojos azules y una rosa roja tatuada en un seno. No existen signos de violencia, al parecer no sufrió al morir. Su boca dibujaba una amplia sonrisa”.




abril 07, 2007

LOLA parte I

El cielo estrellado anunciaba una larga y fría noche de invierno en aquella calle solitaria, iluminada tímidamente por una única farola. El termómetro de la esquina apuntaba cero grados y tan sólo eran las diez de la noche. Estaba cansada, muerta de frío, su frágil cuerpo pesaba sobre unas botas con tacón de aguja. Casi no sentía sus músculos ateridos por la baja temperatura, cubiertos por una gabardina desabrochada, y en su alma retumbaban los últimos golpes recibidos del que ahora era su dueño. Había salido del pequeño apartamento, en el que vivía recluida con otras tres compañeras, casi sin comer, hacía horas. Soñaba con volver a casa, un hogar imaginario, donde la esperaba un café calentito y un sofá enorme en el que recostarse y ver en la televisión uno de esos programas absurdos, sin pensar en nada más que en ella misma.

Sin embargo debía quedarse allí en aquella lúgubre esquina esperando. Sólo la habían invitado a subir a su coche dos hombres y eso no era suficiente para calmar las ansias de dinero de su amo. Todavía recordaba la última paliza recibida y un escalofrío le recorría todo el cuerpo.

Un coche se acercó a lo lejos, despacio, quizá fuera alguien buscando desahogar sus deseos frustrados. Parecía dirigirse hacia ella, pero justo se detuvo a unos cien metros de su parada. Allí estaba la dichosa mulatita que, desde su llegada, estaba acaparando toda la clientela.

Durante la espera recordaba cuando era niña y jugaba por las calles de su ciudad natal con sus hermanos. Evocaba aquel parque con sus frondosos árboles y la fuente en el centro, pasaba horas sentada en un banco contemplando la caída del agua en musicales chorros o paseando con su primer novio, cogida de la mano, escuchando el sonido de los pájaros. Añoraba la leche calentita que le preparaba su mamá cuando volvía del colegio. Ahora todos ellos estaban amenazados de muerte por su obstinación, por querer progresar, por buscar una alternativa a su vida. En definitiva, por su culpa. Ella no se conformaba con trabajar en la fábrica textil instalada, hacía unos años, en su país. No quería trabajar catorce horas diarias sometida a las ordenes de un dictador, con la espalda dolorida de estar inclinada ante la máquina de coser, por un sueldo que les daba para malvivir. Ella aspiraba a más. Quería tener una casa grande, maravillosa, con un jardín en la entrada y un precioso coche en la puerta. Su madre intentó convencerla de que no viniera, porque no necesitaba nada más. Decía que esos sueños de princesa serían su perdición pero ella, como siempre, no la escuchó.

Una mañana se dirigió hacia aquel hombre huraño, con gafas de sol y chupa de cuero, que se sentaba siempre en la esquina de aquel café sombrío. ¡Maldita mañana! Por su mesa desfilaban preciosas muchachas, a las que prometía una vida mejor, un trabajo digno y, casi asegurado, un matrimonio con un hombre rico que les permitiría cambiar su vida por completo. Todo eran cuentos e ilusiones, sólo jugaba con los sueños de todas ellas y también jugó con los de Lola.

Desde que llegó a España la llamaban así, su nombre era muy difícil de pronunciar y su primer dueño, Felipe, desde el principio le dijo tu te llamarás Lola. A ella no le disgustó el cambio incluso se sintió integrada, aunque sólo fuera una ilusión. Felipe no las trató del todo mal. Les compró ropa y las instaló en un hotelito, a las afueras de la ciudad, donde cada una tenía su habitación, con una cama grande, un pequeño tocador, un armario y una ducha. Lo malo es que no podían salir de allí. Si salían era en grupo y siempre acompañadas de Juan, un hombre serio muy alto y muy fuerte, que las vigilaba constantemente. Alguna vez Juan también subió a su habitación, buscando consuelo de sus deseos y siempre fue muy dulce con ella. En casa de Felipe nunca recibió una paliza y los hombres que pasaban por allí no estaban ni borrachos, ni sucios y solían ser educados. Cada semana les daban una asignación y ellas utilizaban el dinero como querían.

Aún recuerda el día que, hace unos meses, Felipe la vendió. Llegó Gregorio con su repugnante aspecto descuidado, su pelo grasiento y su barriga colgando por encima del cinturón, un cigarro en la boca y mirada lujuriosa. Estaban todas en fila semidesnudas, como carne recién troceada y expuesta en el mostrador de la carnicería, siendo minuciosamente estudiadas por este ser inmundo. Les tocaba las tetas, el culo y las hacía girar sobre si mismas. Al final escogió a Mirella y a Lola. Primero subió a la habitación con Mirella que, después de 15 minutos, bajó al recibidor con lágrimas en los ojos. Sin poder cruzar una palabra con ella Lola subió temblorosa las escaleras, él la estaba esperando. Fueron los minutos más largos y desagradables de su vida. La hizo sentir como un desperdicio humano, como si no fuera nadie. Ese día se terminó de apagar la luz de sus inmensos ojos azul profundo.

El intenso frío la devolvió a la realidad, un suspiro salió de su cuerpo en forma de volátil nube blanca. Por allí llegaba otro coche, se abrió la gabardina para mostrar su cuerpo, un tatuaje en forma de rosa roja destacaba en uno de sus pechos. Esta vez parecía que iba a haber suerte. El coche paró justo a su lado, bajó la ventanilla y la invitó a subir. Dentro un guapísimo hombre moreno, con ojos de un azul intenso y una espléndida sonrisa, le dijo “esta noche será para ti inolvidable”……

abril 01, 2007

LA DIOSA ELECTRICIDAD

Hay una diosa todopoderosa que se llama ELECTRICIDAD, domina nuestra vida por completo y nosotros casi no pensamos en ella. Es la que nos da calor en invierno y fresquito en verano, nos ilumina la vida, nos da de comer, calienta nuestros baños, nos facilita el trabajo, etc.… Sin embargo no hay templos dedicados a su adoración. Yo creo que es por eso por lo que de vez en cuando se irrita y nos deja sin su presencia durante unos minutos o unas horas. Y ella, por supuesto, no se va de noche cuando casi nadie la necesita, nooo, ella elige el momento en el que mas te puede joder para irse. Por ejemplo:
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-Que has puesto la lavadora porque ya no tenias ropa que ponerte, pues va y te deja la lavadora a medias durante el tiempo que a ella le de la gana.
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-Que has puesto el lavavajillas porque ya no queda ni un hueco para meter platos, pues te jodes.
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-Que has hecho la compra y has llenado el frigorífico de alimentos congelados, pues te los descongela, ella es así de chula.
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-Que te has metido a ducharte y hace un frío que pela, pues te apaga el calefactor y te hielas y además coges un resfriado del quince.
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El otro día sin ir más lejos se preveía un buen día de trabajo, todos los repartidores habían llegado temprano, y era cuestión de poner el turbo, para terminar prontito e irnos a casa. ¿A que no sabéis que pasó? Pues que se fue la luz. Mira que oportuna la muchacha.
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En ese momento todo se paraliza, nos miramos los compañeros de la ofi y nos aligeramos para terminar lo que tenemos entre manos y guardar los cambios, antes de que la energía acumulada en el SAI, un invento muy bien pensao pa estos casos, nos deje definitivamente sin electricidad..Luego sigue 1 hora de comentarios como: “cuando volverá” “pues estamos apañaos” “con lo bien que íbamos” “joder, pues si que tarda” “que hacemos” “no podemos hacer nada”. Mientras tanto la temperatura de oficina comienza a bajar y yo precisamente ese día no me había llevado nada de abrigo, que casualidad, sólo una cazadora vaquera. Que frío pasé.
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Cuando le dio la gana a la señora volvió, y le dio la gana una hora y media más tarde. Encendemos los ordenadores y me dice un mensaje: “no se puede conectar a la red” o algo así. Entonces me acuerdo del servidor, ¡¡ostras!! No había pensado en él en ningún momento. Voy y lo reinicio. Intento acceder a los documentos colgados en el servidor y me vuelve a salir el mensajito. ¡¡Mierda!! Esto parece grave. Nos ponemos en contacto con el equipo informático de la central y nos van guiando para reorganizar la red. Una vez que está todo en su sitio entramos en el programa que utilizamos y donde está guardada toda la información de la empresa.
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¡¡¡ALARMA!!! Hemos perdido toda la información desde el día 8 de enero. ¡¡¡QUE FUERTE!!! ¿¿¿AHORA QUE HACEMOS???
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Que no cunda el pánico hay una copia de seguridad que se hace todas las noches. ¡¡Que bien!! ¡¡Que bien!! Estamos salvados. Tuvimos que llamar urgentemente a un técnico informático, para que recuperase la copia de seguridad y devolviese los archivos a su lugar de origen.
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Transcurridas cinco largas horas, desde el corte de electricidad, se solucionó todo y pudimos continuar con el trabajo. El problema fue que, todo lo que llevábamos hecho ese día tuvimos que volver a repetirlo, pero al menos todo había vuelto a la normalidad.
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Así que ya sabéis, de vez en cuando acordaros de esa diosa que se llama ELECTRICIDAD y dad gracias a que existe para que nuestra vida pueda ser más fácil.
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Besos desde el sur.