mayo 27, 2007

VIDA

Había tenido el tiempo justo para prepararse, había sido un desarrollo contrarreloj. Todo estaba a punto, alma, corazón y mente. Llevaba tiempo esperando este momento, concentrada, escuchando las voces en el exterior, sintiendo el cariño y el calor de aquellos que deseaban verla aparecer en el inmenso escenario de la vida. Comenzó a abrirse paso en aquel pasillo estrecho, al final una luz le indicaba la salida. Tenía tantas ganas de hacer su aparición que casi llega antes que el público. Al llegar quedó deslumbrada, sus ojos, que todavía no estaban acostumbrados a la nueva iluminación, investigaban el mundo que acababa de conocer. Unas manos, conocidas por las caricias recibidas a través del líquido que las separaba, la cogieron y la abrazaron. La voz que tantas veces había escuchado se alzaba más nítida, sin el eco característico. Sabía quien era, la conocía, en sus brazos se sentía protegida. Inmediatamente supo qué tenía que hacer, tenía que comer del pecho tierno y calentito que le ofrecía. Al momento obtuvo un alimento templado y dulce que la revitalizó después del esfuerzo realizado.

Él estaba allí atento a todos los movimientos, contemplando la preciosa imagen. Descubriendo como algo tan pequeñito, tan lleno de ternura, llegaba a este mundo con tanto brío, de forma tan perfecta. La tomó en sus brazos y una oleada de energía le recorrió todo su cuerpo. La acercó a su pecho, la acarició con mimo y sintió el poder de la vida, de una vida que acababa de comenzar.

mayo 10, 2007

LLUVIA EN LA VENTANA

La lluvia repiqueteaba en la ventana como música de fondo. Su perfume perduraba en las sábanas, templadas con el calor de su cuerpo. Todavía notaba el cosquilleo en mis labios recordando el último beso. Aún resonaban en mi cabeza las palabras que habían salido de mi interior sin querer, sin pensar. Como si una fuerza superior me hubiera obligado a decirlas.

¿Qué pasaría ahora con mi vida? ¿Qué sería de mí? Todo gira en torno a él, es el eje de mi existencia. Desde que lo conocí mi vida ha mejorado. Tengo un gran puesto en la empresa y una casa preciosa, que puedo permitirme gracias a un sueldo que me permite vivir holgadamente.

Las condiciones estaban claras, no dejaban lugar a dudas, pero mi mente comenzó a imaginar, a pensar más allá, a querer algo más. Él lo tenía todo atado, en su vida no podía haber un cabo suelto y yo acababa de soltarme y le había dado una bofetada en su vida perfecta.

¿Qué será de mí? ¿Qué pasará con mi vida? No quiero pensar, sólo me apetece disfrutar de la tranquilidad que me ofrece el sonido de la lluvia y de su olor impregnado en las sábanas templadas.

Besos desde el sur.

mayo 04, 2007

MI CUMPLE

Todos los años irremediablemente pasamos por la fecha que nos dice que tenemos un año más de experiencias, de vivencias, en definitiva un año más de vida. Hoy me ha tocado a mí. Hoy soy un año, más feliz. Con los años me voy afianzando, me voy sintiendo más yo, me voy perfeccionando. Hoy he decidido contar un breve resumen de mi vida, para que sepáis algo más de mí.

Nací un día como hoy en el año 75, según las cuentas de Dina cumplo tidós años, que han pasado en un suspiro. Vine al mundo en un pueblo de Jaén para alegrarles la vida a mis padres y a mis seis hermanos. Mi niñez la pasé, como se explica detalladamente en el post de Pandora, jugando en la calle hasta que se hacía de noche. Me he caído, me he reído, he llorado, he jugado y he bailado y cantado en la calle. En aquella época, cosa curiosa, no sentía frío aunque helara y ahora me congela hasta un soplo de aire.

Rápidamente me empezaron a crecer las tetas, me pusieron gafas, porque soy miope, y todo cambió. Cambió mi cuerpo, mi vida y mis actividades. En esa época me empezaron a interesar los chicos, los primeros coqueteos, el primer beso. La salidas con los amigos, al parque, a la feria. ¡Qué tiempos!

Con la entrada al instituto ya tenía mi primer novio formal que estuvo a mi lado muchos años, quizá demasiados, hasta que encontró alguien que le gustaba más y me cambió sin más. Ese fue el punto de inflexión en mi vida, que me condujo hasta donde me encuentro hoy. La perdida de un novio con el que has compartido muchos años de tu vida supone, la perdida de la mayoría de amigos y comenzar de nuevo.

Comencé a conocer nuevos amigos y en ese camino de juerga y desenfreno conocí a la persona que llena mi vida y me complementa a la perfección, el que hoy es mi marido. Lo conocí por casualidad, gracias a un conocido común, pero me impactó en el primer encuentro, su seguridad, su aplomo, su forma de ver la vida. Fue lo que se llama amor a primera vista, que dura ya cinco años.

Por él me vine a vivir a un pueblo de Málaga. La tierra que me ha adoptado y donde me siento como en casa. Aquí conseguí trabajar por primera vez como administrativa, aquello que había estudiado. Aquí tengo mi casa (todavía es del banco) y mi vida. Una vida llena, una vida feliz.

Un día decidimos conectarnos a Internet en casa y, por casualidad, conocí al vecino del cuarto, que me cautivó con sus palabras desde el primer relato, y a través de él os fui conociendo a los demás:
Pandora, la diosa del sexo.
Elly, la hadita presumida y revoltosa.
Indya, primero reina de los comment y luego reina de los blogs.
Coco, que me pongo hoy con el día que hace.
Dina, el mundo a debate.
Mys, la vida en estado puro.
Malena, sentido y sensibilidad.
Mary Popins, bajo su paraguas te sientes protegido.
Milú, el dj en casa.
Evo, el que mejor aúlla.
Luis, sincero y sensato.
Marc, el dibujante.
Es posible que me haya dejado a alguien en el tintero (el de Malena) o que no haya acertado con mi breve descripción de vosotros. Todos formáis parte de mi vida.

Ha pasado un año más y pienso ¿qué me deparará el futuro? Tengo que seguir cumpliendo años para descubrirlo.

Besos desde el sur.

mayo 02, 2007

LA MOTO

La vida es efímera, tanto que en un segundo puede desaparecer. Aún sigo esperando sentada en mi sofá tu regreso. Desde aquella noche no he sido capaz de levantarme. No tengo fuerza. Saliste de casa guapísimo, como siempre, con esos vaqueros recién estrenados, que te sentaban tan bien. Te los había comprado hacía unos días en las rebajas, cuando tu padre cobró las horas extras. Todavía recuerdo tu pelo revuelto de punta y engominado y esos pendientes, que tan poco le gustaban a tu padre, y el precioso tatuaje que te hiciste con mi complicidad y un dinerillo que tenía ahorrado, para darme algún capricho, y finalmente dedique a ti con total satisfacción. Estabas tan guapo aquella noche con ese olor a limón y canela de tu colonia preferida que pensé “esta noche tendrá con él a la chica que quiera”. No se si esa noche conseguiste besar a esa niña de tus sueños o incluso si hubo algo más. No se si podrás darme algún día esa respuesta o se quedará sin responder para siempre.

Casi ninguna noche conseguía dormir tranquila hasta que escuchaba tu llave en la cerradura, aquella noche estaba especialmente intranquila. Recuerdo que estaba sentada tomando una tila cuando sonó el teléfono, aún hoy ese timbre retumba en mi interior como una alarma terrible. Pensaba en el día que te comunicamos que, por fin, te compraríamos la moto. Saltabas de alegría, estabas radiante, tu sonrisa explotó en tu cara, tus ojos se iluminaron de forma muy especial. Fue como cuando eras niño y, en la mañana de reyes, abrías el regalo que les habías pedido. Tantas veces te habíamos negado el capricho, con la excusa de que no teníamos suficiente dinero como para permitirnos ese gasto. El verdadero motivo no era otro que el miedo. Miedo que se terminó convirtiendo en una dura y cruel realidad, que nos quema por dentro. Estamos vacíos, sin rumbo, secos de dolor.

Sigo sentada en el sofá, no puedo hacer otra cosa. La casa parece un infierno comparada con el paraíso en el que habíamos vivido desde que tu padre y yo nos casamos. Ya no me preocupa si los platos se friegan después de comer o al día siguiente o si el cesto de la ropa sucia rebosa sin control o si se ha sacado la basura o no. Mi vida está perdida, mi aspecto descuidado y tu padre. Tu padre está hundido, creo que bebe demasiado, pero no puedo ayudarlo.

No sabes lo culpable que me siento porque tú no estés con nosotros. Como siempre, fui yo la que convenció a papá para que te comprásemos la moto. En el fondo yo tampoco quería, pero eras capaz de hechizarme de tal manera con tu carita de ángel que, al final, terminabas convenciéndome de cualquier cosa. “Yo soy responsable” decías, “llevaré siempre el casco”, “no correré”, “no haré locuras”, “no beberé”. Todas aquellas frases parece que se te olvidaron cuando conseguiste el regalo de tu vida. Todo se esfumó.

Desde aquella noche no he dejado de llorar, día tras día, ya casi no me quedan lágrimas. Según nos dijo la policía tu tasa de alcohol en sangre era elevada, no llevabas puesto el casco y superabas el límite de velocidad. Yo confié en ti y me defraudaste. Me despedí de ti con un enorme beso, como cada sábado, sin pensar que no volvería a verte entrar por esa puerta.

Suena el teléfono, me pongo nerviosa, desde aquel día me altera ese sonido.

- ¿Dígame?
- ¿Juana Frutos?
- Si, soy yo, dígame.
- Llamamos del hospital, su hijo ha abierto los ojos, está consciente, venga en cuanto pueda.
- Ahora mismo. Gracias. Adiós
- Adiós.

Cuelgo el teléfono y lloro, lloro de felicidad, al menos una buena noticia entre tanto caos. Acabo de olvidar el pasado, pienso que estarás con nosotros, que aún no te has ido, que quieres vivir.